Siete tiros de policías lo tienen en silla de ruedas


“Sabemos todo lo que está pasando en la ciudad, que hay miedo, que hay amenazas y que los policías trabajan con un estrés tremendo porque prácticamente están en alerta, pero creemos que no están haciendo bien su trabajo porque no pueden balacear a cualquier persona nomás porque les parece sospechoso”, dice la familia de un hombre que recibió de policías 7 disparos que lo mantienen en silla de ruedas en el Cereso. Según su versión, Roberto López Valles, de 24 años y residente de EU, fue confundido y baleado por agentes comisionados como escoltas del secretario de Seguridad Municipal, Julián Leyzaola Pérez.

Familiares y su abogado aseguran que los oficiales invirtieron el caso y fabricaron un atentado al darse cuenta de la confusión y de la gravedad de las heridas, y ahora lo acusan de intento de homicidio, por lo que alcanzaría hasta 40 años de prisión. Se buscó un posicionamiento o versiones adicionales de la Policía, pero al cierre de esta edición no había una respuesta.

Salvador Urbina Quiroz, representante legal del imputado, asegura que este caso ocurrido el 23 de junio de este año se inscribe en los actos de brutalidad policiaca que van en aumento en la ciudad en contra de los ciudadanos que aparecen como sospechosos o participan en delitos.

“Estamos ante otro caso de exceso de uso de fuerza de agentes de la Policía Municipal y así lo tenemos documentado con testigos y pruebas, por lo que estaremos pidiendo a la Fiscalía General del Estado que investigue a fondo las acusaciones en contra de Roberto porque son falsas”, expone el litigante.

Explica que el caso se encuentra actualmente en los juzgados, en el plazo de investigación, por lo que realizan todos los esfuerzos para aportar las pruebas que permitan contrastar las acusaciones de los policías.

De acuerdo con los partes de la Policía Municipal en los que viene la relatoría de los tres agentes que acusan a López Valles de tentativa de homicidio, cuando circulaban por la zona Centro, entre el cruce de las calles Ignacio Altamirano y Miguel Hidalgo, “al parecer” escucharon dos disparos de arma de fuego.

En el recorrido ubicaron un vehículo Nissan Altima que al encontrarse frente a ellos se dio a la fuga, por lo que inició una persecución y se percataron de que en el automóvil viajaban supuestamente dos hombres.

Los agentes identificados como Silvia Robles, José Roberto Herrera Sánchez y Ángel Cruz de la Cruz, quienes tripulaban la unidad 222 perteneciente a la Estación Babícora, aseguran haber encendido la sirena y marcar el alto al conductor a través del altavoz, pero supuestamente hizo caso omiso y el copiloto sacó un arma de fuego disparándoles dos ocasiones, sin lesionarlos.

“El chofer del Altima intentó sacar algo cuando su acompañante de nuevo sacó el arma y nuevamente iso (sic) otras dos detonaciones. Mi compañero, quien es chofer de la unidad, repelió la agresión, quien se llama José Herrera, y así mismo el otro compañero de nombre Ángel Cruz decendió (sic) de la unidad para repeler la agresión de igual manera”, manifiesta la agente en la entrevista que fue documentada por escrito por otro agente de la Policía municipal.

Según los testimonios de los tres agentes, el conductor se dio a la fuga, pero varios peatones les señalaron el rumbo por el que minutos después lo localizaron a unas 12 cuadras adelante, en el cruce de las calles Rodolfo Ogarrio y Ramón Aranda, tirado en una banqueta, semi-inconsciente y con varias heridas de bala en el cuerpo.

“Unas personas nos informaron que del veiculo (sic) se bajó una persona de sexo masculino que se dio a la fuga. Se iso (sic) un recorrido para ver si se podía localizar no teniendo éxito”, concluye el relato oficial.

Los tres policías narran básicamente lo mismo en su respectiva entrevista, sólo en el caso de los dos que dispararon aseguran que repelieron la agresión porque les dispararon de manera directa a la unidad y les apuntaron, “por lo que tuve la necesidad de utilizar mi arma”, argumenta uno.

Otro agrega que “el piloto hizo un movimiento como tratando de sacar algo, el movimiento muy parecido a cuando se trata de desenfundar o sacar un arma de fuego, por lo que en ese momento repelí el ataque con mi arma de cargo”.

Sobre el supuesto copiloto a quien le atribuyen los cuatro disparos de los cuales ninguno hizo blanco en la unidad, los tres policías aseguraron que peatones les manifestaron que al bajarse del carro salió corriendo y no lograron localizarlo en el sector a pesar de un rastreo.

Se contradicen versiones

La versión oficial de los policías municipales que se encuentra radicada en la carpeta de investigación 161112/2011, a la cual El Diario tuvo acceso, es opuesta a lo que López Valles narró a sus familiares, quienes en su nombre dieron su testimonio a este medio debido a que en el Cereso municipal, donde actualmente se encuentra recluido, no se permitió el acceso para una entrevista.

Las autoridades carcelarias manifestaron que el penal se encuentra en este momento bajo medidas especiales de seguridad por las investigaciones de la masacre de hace casi un mes.

Los familiares que por temor pidieron no ser identificados, expusieron que Roberto se encontraba en la zona porque ahí vive su abuelita y en ese momento buscaba comprar una cerveza ya que recién llegaba de una fiesta con sus amigos.

Indican que tuvo contacto esa mañana con varias personas conocidas y comerciantes porque quería comprar alcohol para “curarse la cruda”, pero como eran las 8:30 horas aproximadamente no lo consiguió.

Aseguran contar con testigos que afirman haber visto al hombre solo en su vehículo.

“Ya se iba a la casa de su abuelita, iba sobre la Altamirano, cuando se topa con el convoy de los policías y como venía amanecido, crudo, con la música a todo volumen y los vidrios arriba porque su carro traía aire, nunca escuchó que lo pararon, así que siguió su paso”, refieren.

La unidad 222 se le emparejó y lo empezó a rafaguear. “Roberto dice que lo primero que se le ocurrió fue huir porque no se explicaba por qué le disparaban, no sabía que iba herido porque no sentía nada, sólo quería ponerse a salvo”, agregan.

A la altura de la Francisco Sarabia la patrulla lo chocó por atrás e hizo que el vehículo girara hasta quedar en sentido contrario, por lo que el joven avanzó hacia la casa de la abuela. Sin embargo, conforme avanzaba empezó a perder el conocimiento por la sangre que había perdido y alcanzó a bajarse del vehículo para pedir ayuda, pero como tenía tres disparos en la pierna izquierda no pudo avanzar más que unos metros y cayó en la banqueta.

Mencionaron que vecinos del sector que lo conocen intentaron ayudarlo, pero en ese llegaron los policías, quienes supuestamente los amenazaron y les exigieron que regresaran a sus domicilios.

“La gente vio cuando uno de los policías que llegó al lugar le pisoteó el brazo y la pierna donde tenía las heridas, además le dio una patada en la cabeza y preguntaba si había testigos; no sabemos cuál era su intención, imaginamos que lo quería matar, pero no lo hizo”, cuentan.

Otro testigo asegura haber visto una cuadra antes del lugar a los policías “sembrando” un arma debajo de un carro y cuando aventaron al patio de una casa un cargador abastecido, los cuales aseguran eran portados por Roberto, quien iba herido con dos disparos en la espalda, dos en el brazo y tres en la pierna, todos en el lado izquierdo del cuerpo.

De acuerdo con una prueba pericial realizada por los Laboratorios de Criminalística y Ciencias Forenses de la Fiscalía General del Estado, López Valles resultó negativo de ambas manos en la prueba de rodizonato de sodio, lo que significa que no disparó ningún arma.

Además, se expone que las lesiones que presenta a consecuencia de los disparos son graves, tardan más de 60 días en sanar y dejan consecuencias médico-legales.

“Lo único que queremos es que Roberto salga de la cárcel porque es inocente, tenemos mucho miedo de que lo maten o le hagan daño en el Cereso, nosotros no queremos nada contra los policías, no queremos denunciarlos, ni que nos paguen daños, nada, simplemente que digan la verdad para que salga libre porque es una gran injusticia lo que hicieron con él”, sostienen sus parientes.

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