Goles y golfas
Hace varios meses, en Monterrey, la selección nacional de futbol vino a jugar un partido amistoso. Tan amistoso estuvo, que los jóvenes se llevaron a unas jóvenes a su hotel y algunos tuvieron trato carnal con ellas; en la biblia se dice que conocieron mujer.
No todos, porque cuando se hizo público el acontecimiento resultó que uno de los futbolistas se llevó al cuarto de baño a un señorit@; esto quiere decir a un varón que por sus inclinaciones sexuales decide vestirse de mujer.
Tuvieron, según testimonio televisado, sexo oral en ese sitio.
Entre el viernes y el domingo pasado una de las selecciones mexicanas de futbol jugó un partido amistoso en Ecuador, hospedándose en el hotel llamado Quito.
Resulta que de las habitaciones de algunos de los jugadores desapareció dinero, teléfonos celulares y otros objetos, provocando la infamada denuncia ante la autoridad.
Mas resulta que el video grabado por las cámaras de seguridad del establecimiento hotelero revela que los futbolistas alojaron en sus cuartos las dichas noches a varias mujeres que se dice son de la vida alegre, aunque esa sea la más triste de las vidas.
Eran putas, pues; y los robaron.
El grave error de los mexicanos es involucrar a unos jóvenes pateadores del balón con la representación nacional.
Estos muchachos, de una selección o la otra no son más que seres humanos, jóvenes llenos de vigor y energía que no se les acaba al pitazo de los noventa minutos.
Y, salvo excepciones, les gustan las mujeres, como a usted y como a mí, y les encanta, como a usted y como a mí, fornicar.
Ya que sus parejas se los reclamen, como a usted y como a mí.
Los adictos al futbol, los que se ponen “la verde”, se embriagan y aplauden cada jugada de los seleccionados nacionales, deben exigir a sus jugadores –que para eso cobran- que metan goles y ganen partidos.
A quién le metan la pinga y con quién se refocilen en la cama, es asunto de ellos.